Cierra los ojos y piensa como te gustaría q fuese tu vida, tus amigos, tu familia...pues todo eso te lo deseamos para este nuevo año. FELIZ 2014!

1. La sobrepoblación de usuarios

Algo en lo que coincidieron la mayoría de los lectores, es que una de las peores cosas de los gimnasios es la sobrepoblación. Se dice que hay 'horas pico', pero lo cierto es que solo entre 10 p.m. y 4 a.m. se podría encontrar el espacio mínimo vital para la supervivencia. Ante esto, la única opción es esperar haciendo fila hasta que se desocupen las máquinas.

El panorama también se reproduce en los baños donde la proporción de duchas y personas es de 1 a 100. Lo curioso es que los lockers jamás están ocupados en su totalidad.

La otra opción, es que los dueños del negocio contengan la avalancha de entusiastas deportistas. Por supuesto, eso no es rentable, así que es mejor resignarse y asumir la sobrepoblación como parte esencial del gimnasio. 

2. La pretendida vida social

Está bien y nunca sobra saludar y despedirse. Pero para algunos la verdadera motivación de ir al gimnasio es la vida social, o tal vez, buscarse una vida.

Este tipo de individuos no desaprovechan cualquier chance para entablar conversaciones innecesarias e incómodas y por supuesto procuran hacerse amigo de todas las personas que allí trabajan. De esta manera, el gimnasio se convierte en su ecosistema y su razón de ser. Allí se sienten 'seguros'. 

3. Hacer el ejercicio mal y que le corrijan frente a alguien

Es una situación bastante vergonzosa pues aunque es normal que no todos sean expertos en educación física, existe una presunción generalizada de conocimientos sobre el ejercicio. Sin embargo lo malo no es no saber, sino el tremendo 'oso' que se pasa cuando a uno no sabe pero igual lo intenta. Aunque el vecino seguramente tampoco sabe, por dentro se burla debido a lo patético que el primer individuo se ve.

4. El ‘mirón morbosón’

Lejos de justificar posturas machistas, es una realidad que se presenta inevitable echarle una mirada a aquellas mujeres que además de tener espectaculares cuerpos los saben mostrar. El punto está en saber mirar. 

Algunos hombres poco hábiles simplemente se quedan parados frente a la mujer con la mente elevada de tal forma que evidencian a gritos lo que pasa por sus cabezas. Para eso señores, existen los espejos, los movimientos rápidos y las miradas ocultas mientras se hace algún estiramiento. De esta forma las mujeres no se sentirán vulneradas y usted no pasará una vergüenza. 

5. Soldado universal: el fortachón

Algunos recordarán a Jean-Claude Van Damme y Dolph Lundgren en ‘Soldado universal’, o al mismo Lundgren haciendo el papel de Ivan Drago en ‘Rocky IV’. Este parece ser el referente de algunos tipos para los cuales el gimnasio es su religión a pesar de ser ciudadanos del común.

Estos individuos "levantan pesas y hacen millones de ruidos extraños. Al terminar tiran la máquina al piso y hacen un gran escándalo" dice Diana Guzmán. Camilo Zuluaga agrega que esta gente "levanta más de lo necesario, más de lo que pueden".

De todas maneras, ellos seguirán siempre presentes, y algunos que hasta se ponen pantalón militar a veces logran convertirse en instructores, lo más cercano al prototipo de Ivan Drago.

6. Los instructores

La autoridad máxima. Eso son los instructores de gimnasio. A veces, algunas personas, como el de la vida social, son quienes le dan ese estatus. En ocasiones, ellos mismos, respaldados por su fabricada musculatura son quienes asumen la posición de mando.

Los lectores coincidieron en que es bastante jarta la actitud de algunos de estos tipos. Muchos se dedican nada más que a atender a la niña bonita o a la 'buenona' e ignoran a los ciudadanos normales. Otros, cuando acceden a dar una indicación, lo hacen de mala gana y con demostraciones rapidísimas, a menos por supuesto que usted pague la inmensa tarifa de entrenador personalizado. 

7. El infinito ‘cardio’

Dice un lector que una de las peores cosas del gimnasio es "el interminable ‘cardio’. Una hora trotando o moviéndote en una maquina para que al final te diga que quemaste 200 calorías que es igual una chocolatina pequeña".

Es cierto. Aunque el 'cardio' es tal vez de los mejores ejercicios, implica dedicación y esfuerzo extremos. Diez minutos solo calientan, 40 o más empiezan a funcionar. Lo malo no es el ejercicio, sino el lentísimo transcurrir del reloj.

8. La higiene personal y en las máquinas

Al gimnasio se va a sudar, eso no tiene discusión, y si a usted no le gusta el sudor, es mejor que nunca vaya a uno. Sin embargo, resulta bastante apropiado llevar consigo una toalla para mantener un mínimo de control sobre la higiene personal.

Dice Fernando Pérez que lo peor es "la falta de higiene. Que la gente no utilice su propia toalla al usar los equipos y dejen el sudor por todas partes". Algunos establecimientos incluso tienen dispensadores de toallas desechables con sprays de alcohol para limpiar las máquinas luego de usarlas. Hay que emplear esas herramientas. 

9. La rutina que nunca se cumple

Luego de inscribirse, pagar la costosa membresía y comprar la indumentaria apropiada, se recibe la preparada rutina que lo hará tener un cuerpo de modelo. Todos arrancan siempre con el máximo entusiasmo, pero tan solo 24 horas después este empieza a desaparecer.

"Lo peor es la rutina de ejercicios que le entregan al inicio y nunca se cumple" dice Gustavo Adolfo Cabrera. Y tal vez, la mejor analogía de eso es cuando en mitad de una serie de repeticiones "se te acaban las fuerzas y te quedas aplastado debajo de la barra". Esa voluntad se acaba o tal vez simplemente nunca estuvo.

10. Las pintas de pasarela

Dice Ignacio Becerra que lo peor son "las que se van con sudadera de terciopelo y lentejuelas, maquilladas y perfumadas" lo que Diana Guzmán completa con "la cincuentona que nunca hizo ejercicio en su vida y que a su edad se cree de 20, se pone una trusa de leopardo y se comporta como una mamasita".

Aunque es oportuno mantener un mínimo de estética, para ir a hacer ejercicio, sudar y volverse nada, el tema de la pinta debe quedar en un segundo plano, sin embargo, siempre sirve para la vida social. 

Bonus: El novato

"El novato que se monta en la primera maquina que se le atraviesa sin saber como se usa y le da pena preguntarle al instructor de turno cómo funciona y para que es el aparatejo" dice Edgar Sánchez. De acuerdo Edgar, claro que todos fuimos novatos alguna vez.

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